
Hay historias que no se escriben para impactar.
Se escriben para que alguien que las lea diga: “no estoy sola”.
Esta es una parte de la mía.
Después de una relación de ocho años —cómoda, respetuosa, pero en la que me olvidé completamente de mí— decidimos poner punto final. Estábamos viviendo en Tenerife y, cuando lo dejamos, sentí literalmente que me habían cortado un brazo y una pierna. Fue devastador.
Sin embargo, en vez de quedarme quieta, decidí hacer algo que me llamaba desde dentro: me quedé con la furgoneta que compartíamos y me fui sola a Fuerteventura. Mi idea era clara: hacer un retiro conmigo misma, asentar lo vivido y entender qué tenía que aprender de esa ruptura.
Muy poco tiempo después, el surf y una nueva relación me sacudieron por completo. Y aunque esa historia empezó con fuerza, algo en mí sabía que aún no me había transformado. Me veía repitiendo patrones, me sentía igual que antes… solo que en otra isla, en otra historia. Así que, fiel a mi intuición, tomé una decisión radical: dejarlo todo para encontrarme.
Vendí temporalmente mi vida: dejé la furgo en la península, confié mis gatitos a una amiga, corté la relación y me fui cuatro meses sola a Maldivas e Indonesia.
El viaje era un sueño antiguo. Lo que no sabía es que iba a encontrarme cara a cara con todas mis sombras.
Ahí, en medio de paisajes paradisíacos, apareció una soledad cruda. Me di cuenta de que ya no era esa Mar que se hacía amiga de cualquiera. Ya no me llenaban las conversaciones vacías ni los vínculos efímeros. Estaba vacía por dentro, cansada, perdida.
En ese silencio me encontré con muchos duelos no vividos.
No solo el de mi expareja —al que no extrañaba desde el amor, pero sí desde el sostén—, sino también el duelo profundo de una ruptura familiar que yo había arrastrado en silencio. Me di cuenta de que había ido alejándome tanto, que literalmente vivía sola, en una furgo, en una isla. Y eso… pesaba.
Desde Maldivas, sin familia, sin expareja, sin mi nueva pareja, sin mis animales, empecé a tener ataques de pánico y pensamientos que me asustaban. Me sentía tan sola que llegué a preguntarme si la vida tenía sentido así.
Pensaba en esa frase de la película Into the Wild:
“La felicidad solo es real cuando es compartida.”
Y yo no tenía con quién compartir nada.
Volví a España de urgencia. Y gracias a que ya había creado mi equipo y mi negocio con Ringana, pude permitirme el vuelo, la terapia y sostenerme durante dos meses en los que no era capaz ni de encender el ordenador.
Esa fue mi caída más fuerte. Pero también, el comienzo de todo.
La primera luz la trajo algo que nunca pensé que abrazaría: la medicación. El psiquiatra me recetó ansiolíticos y fue la primera vez que viví —literalmente— en un cuerpo sin ansiedad. Y ahí lo vi:
Mi depresión no era solo tristeza. Era el agotamiento crónico de vivir tantos años desde la autoexigencia, la independencia forzada, el control. Desde una energía masculina extrema que me había desconectado de mí y me había robado la calma.
Fue entonces cuando nació una promesa:
Voy a volver a este estado. Pero sin pastillas. Desde el cuerpo. Desde mi energía. Desde mí.
Desde entonces —esto fue en agosto de 2023— no he parado de estudiar, experimentar y formarme en todo lo que tenga que ver con regular el sistema nervioso y volver a un estado de seguridad interna y bienestar real.
Me formé en:
• más de 150 horas de yin yoga y somatic yoga
• múltiples cursos de terapia somática, vagal toning, respiración, tacto, sistema nervioso
• lectura obsesiva de libros sobre ansiedad, el nervio vago, trauma y energía femenina
Y sobre todo, he comprendido que:
• no se trata solo de sanar la ansiedad,
• se trata de vivir de otra forma.
De dejar de empujar, de vivir desde la mente y el hacer.
De recordar que podemos existir desde el cuerpo, el sentir, la presencia y el placer.
🌸 Te cuento esto porque…
Porque quizás tú también estás agotada.
Quizás estás en esa fase donde todo se desmorona, o donde nada tiene sentido.
Y quiero que sepas que no hay nada mal en ti.
Solo estás siendo llamada a renacer.
Hoy, mi vida ha cambiado.
Trabajo desde donde quiero, a mi ritmo, con un equipo de mujeres increíbles que también están en su camino.
Guío cursos, creo rituales y, sobre todo, acompaño a mujeres como tú a salir del piloto automático y volver a ellas.
💌 ¿Cómo puedo ayudarte?
1. 🎧 Empieza con mi audio gratuito, una práctica suave para volver a ti (ideal si estás en un día revuelto).
2. 🌿 Si sientes ansiedad, angustia o estrés constante, mi curso [SomaSafe] te enseña a regular tu sistema nervioso con prácticas reales, simples y efectivas.
Es como una pastilla, pero sin química. Solo conexión.
3. 🌱 Y si quieres transformar también tu forma de trabajar y unirte a un equipo que te apoye y te inspire, escríbeme. Estoy feliz de contarte cómo funciona Ringana y cómo puedes empezar.
A veces, la mayor oscuridad llega justo antes de que volvamos a encendernos.
Gracias por leerme.
Gracias por estar.
Con amor,
Mar